La niñez está nostálgica de mí y me busca todo el tiempo

 

 

 

Con la modalidad de una charla previa y un ida y vuelta de audios de WhatsApp, debo decir que me sentí en un cara a cara como en una charla de café. En un clima relajado y fluido, casi con cierta timidez, uno de los referentes artísticos argentinos nos da acceso a su costado más cuidado, cosa que pocas veces sucede.

El actor y el hombre, juntos, nos invitan a conocer más de ellos y abren su intimidad, tan blindada como sencilla.

¿Qué es lo que más extrañás de la «libertad» que hoy se encuentra en pausa?

– Debo decirte que infinidad de cosas. Una es la situación de tener una agenda, que yo creía autónoma, de golpe se vuelve un poco como una orden, necesaria, pero fuerte. Yo tengo internamente «siempre» una sensación de guardarme, de estar como encuarentenado; siento que hay algo que me pertenece que está expuesto afuera.

¿En qué invertís tu tiempo hoy? ¿Cómo lo resignificás?

– Estudio mucho, estoy trabajando mucho. Leo cosas pendientes, autores en los que tenía ganas de indagar. Escribo un guión para cine junto a Camila Mansilla y Daniel Barone y, además, una serie. También estoy en contacto constante con la lavandina…

¿Cómo percibís hoy a la Argentina?

– No es pereza de pensamiento, yo pongo mí afán en mí oficio. En lo político no tengo desarrollado un músculo muy potente, estoy confundido y preocupado. En este momento me cuesta mucho pensar de una manera autónoma, porque hoy la Argentina está metida en un problema global, mundial.

¿Estás conforme con las medidas tomadas tanto en lo sanitario como en lo económico? ¿Te sentís cuidado?

– Me considero un ciudadano cuidadoso y responsable. No estoy en condiciones de estar de acuerdo, tampoco de no estarlo porque estoy muy gobernado por la ignorancia mía propia de no terminar de comprender muy bien. Me cuesta mucho pensar, sobre todo porque pienso sobre opiniones pero no sobre hechos concretos. No termino de entender la situación, lo podré ver en el futuro. Ahora estoy atento, intento no estar paranoico ni tampoco ser soberbio.

A tan sólo tres meses de estrenado su último gran trabajo «Después de nosotros», junto a Alejandra Flechner, María Rosa Fugazot, Matías Recalt y Mariano Musó, la pieza del propio Julio y Camila Mansilla, dirigida por Daniel Barone se despidió, solamente por un rato en pleno éxito del Paseo La Plaza; dejando tickets vendidos a la espera de un pronto regreso.

Tu último gran trabajo fue «Después de nosotros», en el paseo La Plaza: ¿cómo fue para el equipo tener que bajar el telón en pleno éxito?

– «Después de nosotros» diría que es la obra que estoy haciendo, la que voy a volver a hacer. Fue muy fuerte parar. Es algo que está atravesando el mundo, en ese sentido no tuve gran trauma. Yo paso la letra de la obra día por medio, hoy me toca. Es una pieza que quiero enormemente y que empezaba de alguna manera a transitar y que seguiremos haciéndola cuando lo permitan.

¿En qué etapa está la segunda temporada de «El tigre Verón»(Polka-ElTrece)? ¿Qué giro nuevo trae la historia?
– Falta el 15 % de la realización, no de la edición; si fuera eso sería todo menos complejo. Me encanta a mí «El tigre…», Creo que capitaliza la primera temporada y da un pasito adelante. Está muy bueno el relato, la zaga y el final. Con esta serie he aprendido mucho, porque tiene algo muy interesante para probar como actor. Es evidente que su «ser artista» está en su ADN tanto como cómo sus células; crea, piensa, sufre y ama como el artista íntegro que es. Actor, director, escritor, maestro de actores, artista plástico …

¿Cómo te toca la situación actual de toda la industria del espectáculo?

– Me preocupa enormemente. Si bien, por un tiempito tengo mis necesidades básicas cubiertas, yo tengo la necesidad básica de la expresión. En general la labor del actor es una labor preocupante en cuanto a proyección. Creo que al 95 % de los actores les cuesta vivir de su profesión; este oficio es muy complicado. Tampoco me dejo llevar por ciertos textos como: «a partir de ahora todo cambió»; esto para mí es una espera hasta volver a nuestra posibilidad anterior, que también tiene sus límites.

¿Estás cerca de Adrián Suar y de Polka en este momento duro que atraviesa? Diría que sos uno más de la casa…

– Yo no me siento de la casa de Polka, siento que soy invitado y me siento muy cómodo. Siempre me he sentido un huésped y he tenido experiencias muy enriquecedoras, pero no me siento de la casa. En relación a Adrián, le mando cada tanto mensajes pero sólo para darle mí abrazo, no es momento para inmiscuirme ni para obligar a nadie a hacer algún tipo de comentario. Tengo con él una relación de mucho cariño pero no de tanta confianza.

Alguna vez dijiste ser muy vulnerable; cosa que la gente no imagina: ¿Cómo manejás tu sensibilidad en momentos duros?

– Cuando decís que soy vulnerable y nadie lo podría imaginar, discutiría qué se entiende por vulnerabilidad. La cerrazón y la dureza es vulnerabilidad también. Yo siempre he vivido entre la situación más sensible, más abierta y más indefensa y la defensa más grande, oscilo bastante entre esas dos cosas. Por suerte, mí profesión es un gran apoyo. Hace un tiempo ya, he decidido comprar muchos libros y películas para tener para la vejez; no he llegado a la vejez, pero digo: «qué suerte que tengo todo esto para ver». Ahora estoy viendo todo Hitchcock y leyendo el libro que Truffaut escribió sobre él. Esos también son lugares fuertes míos construidos. Lejos de la vanidad y el divismo, Chávez conserva intacto el deseo de seguir creciendo; tanto como cuando supo, desde chico, cuál sería el gran Leitmotiv de su vida.

¿Qué sentís cuando la crítica te califica como «el Mejor Actor Argentino»? ¿Lo tomás como un reconocimiento justo?

– Te voy a ser sincero; para mí, «el mejor», es un deseo y lo mejor que puede pasar es que no se cumpla y que siempre esté el deseo y la ocupación de un mañana promisorio. Cuando lo recibo lo agradezco, pero siempre encuentro que hay una opinión bien fallada en eso y que es algo que todavía me tengo que ganar… Me gusta como título a ganar y no como título ganado.

Poco se sabe de tu vida personal, sos muy cuidadoso de tus afectos. ¿Cómo separás al actor exitoso y famoso, del hombre íntimo, cosa que pocos logran?

– Soy un hombre que lee muchas ficciones, teatro; soy escritor, hace cuarenta años que doy clases. Construimos con mucha gente escenas, ficciones, cuentitos…Todo me parece mucho más interesante que mí vida privada. Mí privacidad es una ficción que a veces escribo yo y a veces ni siquiera escribo yo, y no me parece nada interesante ni redituable. Me da casi pudor darle algún tipo de valor. La mantengo en privado no por un valor muy grande que tenga, sino porque carece absolutamente de valor. Mí valor está puesto en las cosas que ficciono y mi vida privada, que está bastante ficcionada te diré, no importa. En su carrera, que lleva más de 45 años, se puso el traje de innumerables personajes. Duros, padecientes, frágiles y amorosos, pero hay uno que sólo interpreta en la más profunda intimidad y de manera real. La protección hacia los demás, es su gran fortaleza.

El Julio amigo, hijo, hombre: ¿es más protector o se deja proteger por los demás?

– Tengo un gusto muy grande por ejercer la protección, es mí manera de sentirme protegido. El ejercicio de la protección me fortalece y me protege. Cuando me intentan proteger, no es donde más me encuentro.

En varias notas hablaste del paso del tiempo. Esa especie de alerta o temor, con los años, ¿se transforma en curiosidad?

– No, no tengo curiosidad. El paso del tiempo lo que le va haciendo al miedo es lo mismo que le hace a la cara, lo va arrugando. Sí me afecta, de a ratos me parece una pesadilla espantosa y de a ratos me parece que no existe, que es mentira que nos vamos a ir…

Venís de una familia humilde con un claro objetivo de marcarte el camino del trabajo y el esfuerzo. ¿Cómo definís hoy a tu niñez?

– Mí niñez es una de mis primeras grandes ficciones, tan plagada de cosas que he imaginado, sublimado, transformado. Te diría que mí niñez es la primera poesía con la que tuve contacto, pero no por bella, sino por imaginada, por ensoñada, por mistificada y también mitificada. Estoy en contacto con mí niñez todo el tiempo, no por nostalgia, sino que «la niñez está nostálgica de mí y me busca todo el tiempo.»

El amor es el sentimiento sobre el que más se ha escrito en la historia de la humanidad; es la mismísima definición del Ser. Sin dudas, Julio Chávez ha logrado redactar su propio significado, con una claridad tan particular y palpable que lo retrata tanto como un primer plano de una cámara.

Hablemos de amor; del amor en todas sus formas: ¿Cuál sería la definición de amor en tu libro autobiográfico?

– El amor es un hecho poético muy particular; es una cuestión muy privada, casi te diría también ensoñada que después tiene su ubicación en la administración de la vida del hombre. Cuando el amor pasa al edificio de la administración, pues está en un campo muy peligroso. Me siento una persona que experimenta el amor y en la administración del amor, te diría que no soy de ponerme corbata y entrar a ese edificio.

29 de mayo de 2020
Por Lucas Bertero
https://www.a24.com/

Entrenamiento
Actoral
inscripciones
2024