Espejismos en Un muro de silencio

Espejismos en Un muro de silencio de Lita Stantic (1993)
1Partiendo de la idea de que Yo es otro monstruo, este análisis pretende examinar cómo la creación cinematográfica de L. Stantic o de A. Carri engendra espejismos y dobles que son formas visuales monstruosas híbridas y polifacéticas que representan toda la complejidad de la construcción de la identidad artística de las que son familiares de desaparecidos en la Argentina.

2En 1993, se estrena el único largometraje de Lita Stantic, Un muro de silencio. El film cuenta la historia de una directora de cine inglesa, Kate Benson (Vanesa Redgrave), que viene a la Argentina ya en tiempos de democracia para filmar una película de ficción. “Historia de Ana” rememora el caso de una mujer (Soledad Villamil) que fue secuestrada con el marido (Julio Chávez) y la hija. La madre y la niña se quedan poco tiempo en cautiverio, mientras que a él lo secuestran durante meses y lo torturan. El guión de la película de Kate Benson se basa en la experiencia de vida de Silvia (Ofelia Medina) y de su hija Inés (Marina Fondeville), que asimismo son personajes filmados por L. Stantic en Un muro de silencio.

3Esa película es, en parte, autobiográfica ya que Lita Stantic perdió a su pareja y padre de su hija en circunstancias similares. Pablo Szir, su compañero, fue un cineasta vinculado al Grupo Cine Liberación, productor de cine y también oficial primero de Montoneros. Desapareció el 26 de octubre de 1976, secuestrado en el centro de detención clandestino conocido como “Sheraton” junto a Roberto Carri y Ana María Caruso, los padres de la directora de cine Albertina Carri (de quien nos ocuparemos en la segunda parte de este artículo). Nos resultó interesante en este trabajo unir a estas dos directoras que, siendo de dos generaciones diferentes, filman películas que coinciden en el hecho de oscilar entre documental y ficción en busca de la memoria de los ausentes, que fueran padre, madre o pareja.

En la historia del cine argentino, Un muro de silencio ocupa un lugar singular. El crítico de cine Claudio España la califica de : “obra intensa, polémica, sentida”1. Por un lado, es la primera película que fue filmada bajo el prisma de la mirada de una víctima de la última dictadura militar. Por otro lado, para la escritura del guión, la directora se inspiró en la historia traumática de su propia familia. A esto habría que agregar un trabajo de montaje original e innovador para el cine argentino de la época que otorga a la película toda su particularidad. En efecto, el relato de Un muro de silencio se construye como un espejismo con forma de tríptico, según un ritmo interno que permite al espectador tomarse el tiempo para reconsiderar el pasado y para detenerse en el presente de cada uno de los tres paneles. El panel central es la historia de vida de Silvia y de su hija en tiempos de democracia con el compañero-padre desaparecido. El panel izquierdo, anterior a todos en el tiempo del relato fílmico, sería el de la historia de Ana con la hija en los años setenta con el compañero-padre secuestrado. Y el panel de la derecha es el de la directora de cine que escribe y filma sobre estas dos historias. Este último panel se divide en dos partes horizontales. Abajo se encuentra el personaje de la directora inglesa Kate Benson filmando a Ana e intentando contactar a Silvia. Y encima está L. Stantic como la meta observadora de Kate Benson mirando cómo filmar la ausencia.

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