La escena clave que explica la “animalidad” del personaje.
La miniserie de Polka (que debutó por El Trece y también se verá por Flow y TNT) está protagonizada por Julio Chávez, en la piel de un sindicalista con pasado de boxeador. La muerte de su madre pone de manifiesto su manual de estilo.
Si hubiera un tutorial sobre escenas televisivas de hijos que son testigos de la muerte de sus madres ésta no figuraría. No porque no represente una situación posible, sino porque los riesgos que asumió correr Julio Chávez para canalizar sus emociones frente a cámaras en el debut de El Tigre Verón (miércoles a las 22.45, por El Trece) la convierten en una pieza única. Y lo suficientemente diferente para explicar el alma de ese Tigre.
Si bien el momento lo ubicó al pie de una cama de hospital, con una madre ingresada de urgencia después de un severo accidente doméstico, como bien podría verse en cualquier serie dramática, lo que el actor construyó fue por otro carril, enmarcado en su propio manual de estilo: el modo en el que su personaje, un sindicalista con pasado de boxeador y violencia en gateras, manifestó su estado emocional nada tuvo que ver con los abordajes convencionales de esa instancia de sumo dolor. Por eso amerita un párrafo aparte.
Y este párrafo, entonces, es para ponerle palabras a ese momento en el que su sollozo inicial empieza a convertirse en furia, fastidio, enojo, todo en un cerrar y abrir de gestos. Unos pocos que dijeron mucho. Luego se escucha una frase agónica de ella, un “Perdón por todo lo que te hicimos”, un “¿Pero qué te pasa?”, de él, el inicio del fin, y la aparición simbólica de esos golpes de desesperación del Tigre dibujados en el aire, como quien busca noquear a la muerte. “Peleá, peleá vieja, peleá, peleá y volvé”, suena en medio de un llanto adulto que lo vuelve niño, vulnerable, destruido, como no se lo había visto en los primeros doce minutos de capítulo. Ni como tampoco se lo vio después.
Protagonista de la nueva miniserie de Polka, secundado por Andrea Pietra, Marco Antonio Caponi, Muriel Santa Ana y Manuel Callau, entre otros, Julio Chávez comparte el detrás de escena.
-¿Por qué decidiste correrte de la tradicional escena del hondo dolor que parte al medio al personaje y al espectador?
-Es que yo pensaba, ‘Este hombre, ¿qué lenguaje tiene?’. Tiene el lenguaje del boxeo. Y en el momento en que siente que la vida le trae semejante asunto se quiere defender. De la muerte de la madre o de la muerte toda. Y el otro puede decir, ‘¿Qué pasa? ¿No tiene palabras?’. Se defiende a las piñas.
Pero, además, tenemos un problema: yo vengo de varias situaciones de muerte en la tele, la muerte de la hija en El puntero, la muerte del perro en Tratame bien… y llega este momento y me digo: ‘Puta madre, les gusta que actúe muertes, les gusta mi emoción y yo no soy un productor de roscas’. Para mí la jugada de esa escena era una estrategia para poder diferenciar al Tigre de otros personajes. Tenía que mostrar el dolor puntual del Tigre. Y esa naturaleza va a aparecer en muchos momentos de la serie, porque instala una animalidad.
La miniserie de 12 capítulos que desde este jueves estará completa bajo demanda en Flow y que el sábado a las 23 llegará a TNT (un episodio por semana) cuenta la vida de este sindicalista del gremio de la carne, que tiene más sombras que luces, y que permite abordar desde la ficción un universo verosímil.
Dirigida por Daniel Barone y escrita por Germán Maggiori y Marcos Osorio Vidal, El Tigre Verón buscará contar, también, qué sucede en la vida de ese hombre -separado de su primera mujer y padre de tres hijos- al que su esencia lo lleva a montar, conceptualmente, un ring donde se le ocurra. Como en un hospital, por caso.
Silvina Lamazares
10/07/2019
clarín.com