Aplausos para el actor Julio Chávez en la Berlinale

Aplausos para el actor Julio Chávez en la Berlinale por su interpretación en la argentina ‘El custodio’
El alemán Juergen Vogel suena para el Oso de Plata por ‘Der freie Wille’ (‘The free will’)
CLAUDIA REGINA MARTÍNEZ (DPA)

BERLÍN.- El absurdo trabajo del guardaespaldas de un ministro al que nadie quiere matar. Eso se propuso contar el argentino Rodrigo Moreno en su ópera prima ‘El custodio’, que ha sido con gran aprobación en su primera proyección para la prensa en el Festival de Berlín, donde compite por el Oso de Oro.

La vida de Rubén, encarnado por Julio Chávez (‘Un oso rojo’, ‘Extraño’), consiste básicamente en ser la sombra del funcionario, siempre a una prudente distancia, y en seguir un estricto protocolo, que está decidido a no incumplir jamás.

Con un cuidado diseño sonoro y visual, muy pocos diálogos y el rostro de Chávez como principal herramienta, la película está contada justamente desde el punto de vista del custodio.

«Desde el principio teníamos claro el punto de vista. Algunas cosas se ven y otras no. El ministro y sus colaboradores hablan tan rápido que no se entiende nada de lo que dicen. La mejor manera de contar el absurdo del trabajo del custodio era hacer pasar al espectador por lo mismo», explicó el joven director.
También es importante el contraste. Así, la cámara recorre la modesta vivienda de Rubén, muestra a su triste familia, el sórdido ambiente en el que se mueve, y luego pasa a la lujosa casa del ministro. «Es una persona muy solitaria y es tratado como un mueble por la familia del ministro».
Para Moreno, la película no quiere emitir ningún mensaje sobre la situación socio-política argentina. «Es una historia universal. La única razón por la que se desarrolla en Argentina es porque ahí es más absurdo el trabajo de custodio, porque nadie mataría nunca a un ministro. Ni en los peores años de violencia política se mató a un ministro».

Para documentarse, Moreno, que antes había rodado junto a Ulises Rosell y Andrés Tambornino ‘El descanso’ (2002), contactó con escoltas reales y filmó horas de su trabajo con su videocámara.

Chávez, en cambio, quien no viajó a Berlín, no trabajó con custodios reales. «Tuvo un entrenamiento con un experto en armas, pero nada más. Lo que entendimos es que lo importante era la postura, no sólo la corporal, sino el comportamiento. Cuando decía ‘acción’, él pensaba: ‘No tengo que molestar’. Y lo consiguió».

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