Julio Chávez repuso un clásico teatral y debutará como director de cine

El intérprete volvió con su unipersonal «Yo soy mi propia mujer», a 15 años de su estreno. Y el 15 de septiembre presenta el film «Cuando la miro».

Julio Chávez repuso en Buenos Aires por tercera vez en 15 años el unipersonal “Yo soy mi propia mujer” y en un mes estrenará “Cuando la miro”, su ópera prima como cineasta, dos creaciones que para el artista dan cuenta de un “entendimiento” acumulado en décadas de trabajo que lo hicieron darse cuenta de que estaba “preparado para iniciar el viaje” de nuevos desafíos.

“En nuestro trabajo las decisiones no pasan por saber o no saber sino por los puntos de vista, que no se saben sino que se deciden, y ahí te estás jugando tu obra y te podés hacer una trampa terrible porque el tema tiene que ver con lo que querés contar y con dónde está tu almita”, postula Chávez durante una entrevista con Télam.

Esa faceta del oficio artístico que el actor, director, maestro y pintor nacido hace 66 años en Buenos Aires cultiva con esmero, dedicación y consecuencia, lo colocan en un presente intenso al retomar como protagonista y también desde la puesta “Yo soy mi propia mujer” sobre el escenario del Metropolitan porteño en simultáneo con lo que es su debut como realizador cinematográfico.

La vuelta de la laureada obra escrita por Doug Wright, en una versión de Fernando Masllorens y Federico González del Pino, ubica a Chávez en las pieles del autor y de la travesti alemana Charlotte Von Mahlsdorf, cuya vida atravesó los regímenes nazi y comunista, sumando esta vez el rol de la dirección que en las versiones de 2007 y 2016 estuvo a cargo del fallecido Agustín Alezzo.

Además de “Yo soy mi propia mujer”, que sube viernes, sábado y domingo en el citado teatro porteño, su película debut ya confirmó la fecha de estreno: “Cuando la miro”, basada en un guión que escribió con Camila Mansilla y que lo tiene, además, como director y como protagonista junto a Marilú Marini, se verá en salas desde el 15 de septiembre.

El filme cuenta la historia de Javier, un artista plástico que decide filmar a su madre sin ser cineasta en una actividad que no sólo será el registro de ella sino, también, un encuentro y la historia de una fascinación. En charla con esta agencia, Chávez repasó la actualidad de su profesión entre el teatro, el cine y las búsquedas estéticas que lo impulsan.

—¿Por qué retomás una vez más “Yo soy mi propia mujer”?

—La decisión es en verdad en cumplimiento de algo que pensé la primera vez que lo hice. Entonces me dije y nos dijimos con Agustín Alezzo que esta era una hermosa partitura para ir probando cada 10 años y en diferentes momentos de la vida. Este año estuvimos trabajando con un material nuevo con Camila Mansilla y como no llegábamos, ahí apareció la idea de volver a hacerla porque, además, lo considero un hermoso relato, un hermoso cuento entre un autor de teatro y una travesti y hasta un policial porque indaga en la ética.

—¿Cómo fue la decisión de encargarte de la dirección, de tomar el rol de Alezzo?

—Soy el repositor de un material y estoy allí puesto a revalidar la puesta de Alezzo. Me estoy ocupando de respetar ese lugar y de acuerdo a los acuerdos que tuvimos entonces. Además no hay ninguna necesidad y no lo hago por estar en memoria del director. Vuelvo a transitarlo y vuelvo a decir que sí a muchas decisiones que se tomaron.

—¿Y cómo es la respuesta del público?

—El foco no está puesto allí porque posiblemente la obra encontrará otros oídos, otros entendimientos. Pero además va pasando el tiempo y de pronto es un espectáculo que puede despertar un nuevo interés, porque la obra y a partir de Charlotte toca un tema que hoy importa de una manera diferente o se discute de una manera diferente.

—¿En qué observás esas percepciones distintas?

—En ese momento la soledad del personaje no me resonaba tanto pero hoy sí porque hoy esa lucha es colectiva. Cuando Charlotte decidió hacer lo que hizo fue una decisión individual con un riesgo por su cuenta y no tuvo que ver con un común con otros seres. Decidió seguir con sus deseos y decisiones en una Alemania tan dura.

—Es un personaje potente.

—Sin duda. Hizo todo en nombre de sobrevivir y que sobreviva el museo que es su militancia, más aún que su decisión sexual. En su biografía decía claramente que sus prioridades eran el museo, los muebles y los hombres, en ese orden. Y eso es casi políticamente incorrecto.

—Pasando al cine, ¿fue una decisión natural el atreverte a dirigir?

—Me he preparado para esto y de lo que me di cuenta es que empecé a advertir que había muchas ocupaciones y vivencias que empezaron a presentarse como si fueran ayudas. Que sea un artista plástico me ayudó a organizar lo que veo y cómo lo ordeno, y como actor en ese medio durante varias décadas nunca fui de los que se iban al motorhome, a mí me gusta estar en el set. Entonces en mi cuerpo, en mi instrumento, hay un entendimiento y también un terreno que respetaba, pero además hice todos los deberes y estando en contacto con ese mundo empecé a darme cuenta de que estaba preparado para iniciar el viaje. Hice nueve series durante 18 años e hice más de 5.000 escenas y no hay una sola que la haya hecho sin estudiarla y sin tener una estrategia actoral, lo que yo puedo carecer o carecía es esta nueva manera de conversar conmigo en ese espacio, pero dialogar conmigo o con un guión no es nuevo. En definitiva: no soy un ducho pero tampoco soy un polizón.

—¿En qué momento ese camino se corporizó?

—Fue un proceso silencioso que se fue dando y se hizo sonoro en la pandemia. Por diferentes circunstancias logré repartir el guión, conseguir producción y me encontré dirigiéndola. La situación pandémica ha destrozado y ha construido situaciones.

—O sea que la pandemia algo bueno tuvo.

—En este capítulo pareciera que sí, pero hay que ver cómo termina la última frase del libro y si no termino diciendo “la puta que te parió pandemia” (risas).

—¿Puede pensarse que los procedimientos y procesos a los que apelás van a contrapelo de lo que parece hegemonizar la creación actual?

—Yo siento que estos modos son fugaces e inexistentes en lo visible pero hay muchos humanos que están tímidamente pensando y creando. Por eso haría el ejercicio de creer que lo que se ve no es lo que es y esa es para mí una manera de resistir.

15 de agosto 2022
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