Julio Chávez, un actor al que no le interesa agradar y que debuta como director de cine

En septiembre estrena “Cuando la miro”, una película en la que un hijo filma a su madre. Y vuelve al teatro con “Yo soy mi propia mujer”.
Julio Chávez debutará como director de cine el próximo 15 de setiembre con el estreno de su opera prima Cuando la miro, película basada en un guión suyo junto a Camila Mansilla y con actuaciones de Marilú Marini y Silvia Kutika.
Antes, este viernes 5 de agosto el actor presentará en el Teatro Metropolitan la tercera temporada de la obra Yo soy mi propia mujer, sobre la vida de la travesti alemana Charlotte Von Mahlsdorf, escritora trans que vivió y sobrevivió a la época del nazismo.
Chocolates y café. Los chocolates son suizos y descansan sobre una blanca servilleta de papel, pulcramente ordenados a un costado de la pequeña bandeja. Sobre ella, el café recién preparado reposa anhelante, esperando en un termo de diseño a que el director le marque su turno para entrar a escena. La taza en su lugar, la cucharita al costado.

Julio Chávez se mueve por la habitación con la precisión infalible de un maestro zen, con la etérea sutileza de una bailarina rusa. Un fauno recorriendo los espacios mágicos de su bosque ancestral. Es un cuerpo macizo el de Julio. Morrudo y de aspecto algo tosco.

Y sin embargo este hombre se las ingenia para desplazarlo por la estancia como si fuera la semilla volátil de un diente de león. Dos sillas antiguas enfrentadas parecen sostener una conversación silenciosa a cualquier oído humano.

-¿Dónde te vas a sentar Julio?, ¿en ésa o en esta otra?

-Es lo mismo, puedo sentarme en cualquier lugar.

¡Pero claro! Si él puede ocupar todos los que quiera. Ese poder ha sido la marca de agua del actor (67 años recién cumplidos) desde los inicios de su carrera actoral, cuando la década del setenta recién promediaba y arrancaba con una versión de El Lazarillo de Tormes, dirigido por Luis Agustoni en 1976.

Puede estar cómodo en los zapatos de un reconocido arquitecto (La Cabra, 2012) tanto como recreando a un diabólico barbero (Sweeney Todd, 2010), o metiéndose en la piel del genial pintor Mark Rothko (Red, 2014).

También puede ser El Gitano Perotti de El Puntero (2011, El Trece), y la próxima vez un aguerrido gremialista en el sindicato de la carne (El Tigre Verón, 2019-2021) o un médico pueblerino que oculta insondables secretos (Signos, 2015).

Y, ésto lo sabe muy bien, todo se lo vamos a creer.

El cine, esa pasión
-Generalmente hablás más de teatro, pero de cine no tanto, ¿ibas al cine cuando eras chico? ¿Te atraía?

-Sí, por supuesto. Mi primera experiencia como actor fue cuando tenía siete u ocho años en el barrio (Núñez). Llegó Fernando Siro a hacer una película con María Aurelia Bisutti (se ríe). Él la besaba en la puerta de la casa de un compañerito mío, que se llamaba Hugo, en la estación Rivadavia. Fue la primera vez que vi yo unos aparatos para iluminar, un spot inmenso.
Necesitaban dos pibes que corrieran delante de la cámara en un momento. Y nos eligieron a un compañerito del barrio y a mí. Teníamos que venir corriendo desde la escalera de la estación, venir todo todo todo corriendo y pasar delante de Siro y Bisutti.

-Una de las grandes parejas románticas de aquel momento…

-¡Absolutamente! El cine para mí fue la primera experiencia que tuve como actor, sin saber que iba a ser actor. Yo no vengo de una familia que consuma cultura o entretenimiento, el punto en común de mayor contacto con la familia era la televisión, no el cine.

Yo empecé a ir al cine a los trece o catorce años. Era hacerse la rabona e ir al cine Roxy, en Belgrano, y era el continuado y el chocolatinero. El cine era una experiencia de palpitarte el corazón, desde los noticieros, el famoso noticiero argentino…

-¿Y qué veías?
-Íbamos a ver las películas de Isabel Sarli y al mismo tiempo, por ejemplo las películas de Luis Sandrini que se estrenaban, El Profesor Hippie (1969), y cosas así.

Después ya empecé con lo que se llama formarse, que a veces es deformarse, porque uno empieza a tapar gustos primarios que tiene, porque cree que empieza a conocer lo que es bueno. Eran los años 73’, 74’, cuando entré al Conservatorio Nacional de Arte Dramático. También era la época del Cine Arte.

-El cine de Armando Bó e Isabel Sarli muchos años después fue estudiado en algunas universidades de Estados Unidos, considerado de culto.
-Sí, sí. Eso es una discusión, porque Armando Bó hacía cosas que vos decías: esto no lo pudo haber hecho si no es a propósito. ¡Isabel sentada en una tranquera con un tapado blanco y negro de vaca y atrás todas las vacas! Vos decís esto no está hecho de casualidad (se ríe).

-Claro, las películas de Isabel o las de Libertad Leblanc estaban en consonancia con nuestro despertar sexual. Era la única manera en que se podía ver una teta en el cine.

-Sí, totalmente. También era una forma de charlar y de establecer contacto con los otros. “¿Fuiste a verla? ¡Sí! ¿Viste este momento y viste aquello? ¡Sí!” ¿Entendés? La excitación era el precio que había que pagar para entrar al club.

Y después vino ya la época en la que uno empezaba a ver ciclos. Entonces empecé a tomar contacto con Ingmar Bergman o Woody Allen, que era muy contemporáneo…

La historia de su película
Cuando la miro es el título de la película que marcará el debut de Julio Chávez como director de cine, y se va a estrenar el 15 de setiembre próximo. Todo un desafío. Cuenta la historia de Javier, un artista plástico que pasa su tiempo sin mayores sobresaltos. Hasta que un día emprende un extraño proyecto: filmar a su propia madre (impecable Marilú Marini).

Javier no es cineasta, e improvisa esta tarea. Con sus ojos de artista e hijo, necesita mirarla y registrarla. Pero claro, esta filmación no sólo será el registro de ella, sino también del encuentro de Javier con esa madre. De alguna manera Cuando la miro podría ser la historia de una fascinación.

-Tu película tiene algo de Bergman. Un hijo filmando a su madre en una habitación…

-Bueno, puede ser…

-¿Por qué elegiste hacer esta película que pareciera tener un sesgo autobiográfico?

-No, no es tan autobiográfica.
-¿No? ¿Te parece que no?

-Lo sé, no me parece. Jajaja.

-Obviamente vos sabés de vos más que ninguno. Pero quien la vea, ¿va a encontrar puntos de contacto con tu vida?

-Hay puntos en común sin lugar a dudas. Pero yo te diría que es una construcción en base a elementos de la vida mía. Pero es una construcción, absolutamente. Como todo relato. De hecho, si bien yo soy artista plástico, el tipo de pintura, lo que hace Javier, no es lo que hago yo.

– Qué riesgo para cualquiera actuar junto a Marilú Marini, porque lo que hace ella en tu película, creo que si esto sucede en Hollywood le dan cuatro Oscar seguro.

-Sí, claro. Yo necesitaba una actriz que tuviera disponibilidad y que se avenga a ser dirigida. Y fue la mejor elección que pude haber hecho, porque sin lugar a dudas ella se dejó dirigir, y establecimos un muy buen vínculo. Y no solamente eso, sino que como yo soy el director y el actor, había que construir un vínculo creíble, porque si eso estaba forzado no había película.
Para mí fue muy placentero trabajar con Marilú, yo no la conocía, no había trabajado con ella nunca. Vino muy pocos días antes de empezar a filmar, trabajamos mucho vía zoom porque ella estaba en Francia. Pero ella comprende muy bien, y yo sabía lo que quería contar.

Un actor presente
-La mecánica laboral del teatro es totalmente diferente a la del cine, ¿cómo te sentías trabajando como director?
-Mirá, yo he hecho, no sé, cuatro mil escenas como actor en lo que puede llegar a ser una serie. Y cuando estoy presente en un set, no estoy en el motorhome, yo estoy en el set. A mí no me gusta que todos se preparen y después digan: “Traigan a los actores”. A mí me gusta estar mientras se está preparando.

Sin lugar a dudas el cine tiene su lenguaje. En el momento en que yo empecé a pensar mi película y a diagramarla y hacer el story board y a trabajar con los cabezas de equipo, con arte, con luz, advertí que tengo mirada y que tengo lenguaje para comunicar lo que quiero.

Y que lo harás con palabras que le pertenecen al cine o la harás con palabras que le pertenecen a la calle, hablás con el lenguaje, hablás con las manos o hablás con los movimientos como director o hablás técnicamente. Veo mucho cine, he visto mucho cine y analizo mucho.
-El título “Cuando la miro” me llevó a reflexionar sobre qué estarías mirando en realidad.

-Para mí es cuando miro a la vida en sus manifestaciones. También es una suerte de homenaje si querés a la contemplación. Al hecho del inicio de la civilización, que tiene que ver cuando el hombre se separa del mundo y lo observa como si él no fuese el mundo y empieza a hacerse preguntas acerca de qué es esto.

Y para mí es cuando miro a la obra. Cuando miro a la madre, cuando la miro a la vida, cuando me detengo a mirarla (remarca mirarla).
-¿Entonces de que trata la película?

-La película en sus contenidos existenciales trata de muchas cosas, pero en su acción fundamental es un hijo que quiere tener un registro de su madre y un registro que no es su recuerdo, sino que es un registro fílmico, o sea que él puede mostrarla y decir: “Mirá lo que es esto”.

-Vos y Adrián Suar trabajaron juntos en ese éxito teatral que fue Un rato con él, y el próximo 11 de agosto se va a estrenar 30 noches con mi ex, que también será el debut de él como director, ¿qué opinás de eso?

-Ah, no sabía. Tenemos una muy buena relación. Ahora hace un tiempo que no nos vemos. Yo le estoy muy agradecido a toda la experiencia hecha. Porque mi actor se fue para otro lado en cuanto a un estilo, no en cuanto al oficio. No soy un actor que crea que la posibilidad artística le pertenece a un solo espacio.
En cualquier espacio se puede producir el hecho artístico, He tenido un aprendizaje muy grande en relación a la TV, he podido desarrollar mi trabajo y he aprendido de mi trabajo, he mejorado enormemente como actor por trabajar en lo que he trabajado. Y podés irte a un espacio que aparentemente no es el espacio del arte y aprender mucho del oficio.

Un hombre de buen humor
Subrepticiamente y sin que Chávez se de cuenta consulto mi reloj. Cuarenta minutos de charla. Pero ¿y cuándo aparece el monstruo? Al rato miro otra vez. Una hora y cuarto. ¿Dónde está el tipo jodido?, ¿dónde el soberbio, el insoportable con el que no se puede trabajar? Es raro. Enfrente hay un hombre de buen humor, sonriente, distendido, pensante, Alguien que asume tanto sus logros como sus errores.

-Parecés diferente ya no como actor sino como persona, ¿solés mostrarte como sos, no la careteás?
-Yo no quiero caretearte, así que no sé si no la careteo. Tengo límites de caretaje. Como todo ser humano, ser como sos te trae dificultades y te trae clubes a los cuales entrás y clubes donde no. Por las particularidades de mi vida bastante agradecido estoy de lo que estoy pudiendo hacer.

-¿Te amigaste con Facundo Arana, después de aquella discusión durante la tira Farsantes (Canal 13, 2013/2014)?

-No, es que yo nunca me enemisté.

-¿Entonces que fue?, ¿un malentendido?

-No, yo no creo eso. Claramente soy una persona que a él no le agrada. Y yo lo puedo entender, así que… Hay mucha gente a la que no le agrado, así que lo que le pase conmigo no soy el indicado para criticarlo, qué sé yo…
-¿Te suele pasar eso de no agradar, cada tanto?

-No, no tanto. Suele pasar que…

-Pero digamos, no te esforzás por agradar.

-Mirá, he descubierto algo y lo he tenido como principio: yo me he tomado en serio el problema de la expresión. He tenido que domarme y tengo que domarme. Donde establezco compromiso, esa es mi militancia. Y yo establecí compromiso con mi oficio, y con un aspecto de mi ser, de mi naturaleza y mis necesidades.

Una vez que decidí eso entendí que no iban a invitarme a todos los cumpleaños. Pero entre expresarme y ser invitado a un cumpleaños, prefiero expresarme.

-¿O te gusta incomodar?

-No, no me gusta incomodar. Además finalmente no creo que haya mucha gente que pueda decir que yo le he hecho daño. Casi te diría que nadie.
-Daño es una palabra bastante grave…

-Para mí ese es un límite importantísimo.

-¿Y a vos te han hecho daño?

-Bueno, me ocupo de que no me lo hagan.

-¿De qué manera?

-Defendiéndome si es necesario. Pero en ese sentido te podría decir que hay algo que se transforma casi en una leyenda. (Julio Chávez) es jodido, es difícil, es esto o es aquello…

-¿Eso pensás que dicen de vos?

-Se puede llegar a decir, pero no tiene mucho sostén. No hay mucho para entregarle al jurado.
-¿La mirada del otro es importante?

-Claro que sí. Pero si hay un conflicto, o si se produce una discusión hay que saber en qué momento defenderse, de qué y en dónde está la discusión. Si es de nuestro oficio la voy a tener a fondo esa discusión.

-¿Y qué cosas te obligan a revisarte como persona?

-Cuando llegás al punto de la vida en que estoy yo advertís que la arcilla ya se usó y que tiene una forma determinada. Siempre podés pensar que con esa arcilla hubieras podido hacer otra cosa. Lo dice (la filósofa y ensayista española) María Zambrano tan lindo: “Qué cosa que pudiendo tener todos los días diferentes, todos los días son iguales…”.

Yo mismo me hubiera podido preguntar si hubiera podido tener muchas cosas diferentes. Y sí, hubiera podido tener muchas cosas diferentes.

La misma obra, por tercera temporada
-Por tercera temporada vas a presentar la obra de teatro Yo soy mi propia mujer, ¿Por qué la elegiste tantas veces a través de tu carrera. ¿Te representa en algo?

-No, la particularidad que tiene la obra es que todo el tiempo te interpela, a ver si la comprendés de otra manera. Es una partitura. Así como un pianista tiene partituras que vuelve a tocar y las toca a través de los años y las comprende a través del tiempo, es difícil que un actor o una actriz tenga un material que pueda ir repitiéndolo a lo largo del tiempo, y que te haga reflexionar.

Yo soy mi propia mujer es un material que como intérprete me invita a revalidarme, a repensarme, a repensar el texto, y como no es un material que requiere de volver a armar un elenco, vuelvo a esa obra. Es una hermosa obra que todavía puede contar algo particular, sobre todo hoy, que puede ser mucho más escuchada.
Habla de lo que es la autoestima, la decisión de un ser humano de jugarse el partido de la vida aun a riesgo de perderlo. Además de que es un material que tiene mucho de humor.

-Tus días parecen durar 48 horas. ¿Cómo podés hacer tantas cosas?

-Y… porque me dijeron que esto se termina, ¿sabés? Se termina. Y sé que eso es verdad, que no es joda, y tengo mucho gusto de vivir…

-¿Existencialista?

-Yo lo fui desde siempre, de alguna manera. Pero a esta edad…

-Ves el cartelito de “Llegada” más cerca…

-Por supuesto. Pero es más serio el asunto. Yo tengo en relación al tiempo y a la vida y al cuerpo y a la muerte algo muy privado y muy púdico. Para mí son temas muy púdicos, que están a veces tratados públicamente, pero para mí son temas privados.

-¿Seguís estudiando astrología?

-Para quien estudia astrología como estudié yo ya no es seguir con eso. Está incorporado, forma parte del lenguaje que fui adquiriendo. No me dedico a la astrología y la abandoné porque no tenía tiempo. Ha quedado en mí una experiencia que no se va, pero no es más que eso. Me resulta muy atractivo el lenguaje de la astrología, como el de la mitología, es otra manera de articular asuntos no materiales.

-¿Te interesa el Tarot?
-No, si me meto me va a interesar, pero no soy tan histérico con las actividades. De empezar y después abandonar. Y son tantas cosas. Yo querría estudiar historia, sociología, antropología, no hay libro que no agarre y no diga ¡uy que maravilla esto!

-¿Qué estás leyendo ahora mismo?

-Estoy leyendo a María Zambrano, a Borges, a Stevenson, y estoy leyendo obviamente libros de teoría por mi trabajo. Yo soy participante de un grupo que estudia literatura desde hace 17 años y todos los años con nuestra maestra se eligen temas determinados. Desde hace 3 años estamos siguiéndole la pista a Borges con el grupo.

Y este año decidimos leer algunas de las cosas que Borges tenía como predilección. Entonces nos metemos con Las mil y una noches, amada por Borges. Todo para ver si entendemos más a ese pedazo de galaxia infernal que fue este hombre…

-¿Alguna vez el actor deja de actuar? ¿Vos dejas de actuar en algún momento?
-Como deja de actuar un ser humano.

-¿Deja de actuar un ser humano?

-No. Nunca

Eduardo Barone
03/08/2022
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