Alejandra Flechner y Julio Chavez actuaron por primera vez juntos en El Tigre Verón, la producción de Polka que dirigió Daniel Barone. En esa serie, que tendrá su segunda parte este año, él hacía de un líder sindical y ella de Fátima, su exesposa y la madre de los tres hijos de esa pareja un tanto despareja. «El primer día de grabación lo tuve que cagar medio a trompadas… O sea que arrancamos bárbaro y a partir de ahí, todo», reconoció ella, con su característico humor, en un reportaje antes de que saliera ese unitario que emitió eltrece.
Ahora los dos están en una sala de Palermo que da hacia unas terrazas verdes en donde la gente anda de festejos. La nueva ficción que los vuelve a juntar adquirió la forma de lo teatral. La obra se llama Después de nosotros, texto que escribió Chavez junto a Camila Mansilla (la misma dupla autoral de Inés y Un rato con él). La dirige, nuevamente, Barone. La producen Adrián Suar y Nacho Laviaguerre. Se estrena el viernes, en el Paseo La Plaza.
Él será Juan. Ella, Andrea. Fueron pareja y tuvieron un hijo llamado Federico. Matías Recalt, el que en la serie Apache hizo del amigo de Carlos Tévez, asumirá ese rol. Como en El Tigre también se trata de una expareja con sus bemoles.
Es la primera nota que dan estos dos estupendos actores de recorridos tan diversos como complementarios. El cuidado que se tienen se siente, se percibe de esta lado del grabador encendido. El trato entre ellos es de una enorme escucha. «Somos dos personas cautas y eso me gusta. Nos deseamos bien y nos tenemos afecto. No somos confianzudos», apunta él. «No somos confianzudos pero nos tenemos confianza. Eso en teatro es todo. El espacio de confianza en un ensayo es como estar con el culo al aire …», agrega ella y larga esa risotada que la caracteriza.
La prehistoria de esta nueva historia nació cuando Adrián Suar le pidió a Julio Chavez que escribiera una obra de teatro para tres personajes. En verdad, terminaron siendo cinco porque, junto a ellos, también están María Rosa Fugazot y Mariano Muso. Todos ellos devienen en piezas funcionales y fundacionales para desplegar la problemática de estos padres frente a un hijo con atraso madurativo.
En todo momento de la charla con LA NACION, Chavez aclara una vez y varias veces que Después de nosotros habla de esta familia con un hijo con estas particularidades y que no es la intención generalizar. «Si después esto produce empatías eso es algo propio de cualquier obra de teatro», apunta el reconocido intérprete y autor teatral.
En las últimas tres obras en las que actuó Alejandra «La Negra» Flechner ( Salón Skeffington, Tarascones y La madre del desierto) como en su primera apuesta a la dirección ( Turba), ella viene trabajando con dramaturgos vivos. Esta vez el dramaturgo también es el coprotagonista de la historia. «Hay algo enormemente ventajoso en todo eso porque clarifica situaciones de ese material que hay que parar en el escenario», señala.
-¿Y en tu caso?
Chavez: -Mi actor discute con mi autor. Es más, a veces me doy cuenta que mi autor no tuvo en cuenta algo de mi actor. En verdad estoy doblemente paranoico [sonríe]. También es cierto que la naturaleza de cada actor es diferente. Alejandra tiene, además de su talento, una energía determinada y de golpe hay palabras que dichas por ella producen una combustión que no era la imaginada. Y eso me parece que está bueno como también esta bueno pelearla, discutirla, escucharse, entenderse para llegar a un acuerdo. Tenemos la dicha de poder hacerlo y también el problema. Las dichas tienen trabajo y obligaciones también.
Flechner: -Es como dice Julio y reconozco que se armó un intercambio interesante. La obra así como estuvo escrita está montada, pero sobre el trabajo mismo uno descubre que, a veces, eso que en el papel funciona no funciona en el ensayo. Es la parte más divertida de todo esto.
-¿Cómo es el encuentro entre ustedes? Es la primera vez que comparten un escenario.
Chavez: -Que nos acordemos… nunca habíamos hechos teatro juntos.
Flechner: -Digámoslo así: en la parte que nos acordamos [se ríen] nunca habíamos hecho teatro juntos. El encuentro fue en El Tigre Verón, pero esto es como en el amor: sucede o no sucede. Es genial que al toque, ante la primera mirada, surja algo que se te arma. En el teatro eso es todo: mirada, escucha, presencia.
Chavez: -El proceso está siendo, se está armando. Y vamos a cruzar los dedos para que esto no se queme, como la mayonesa.
Flechner: -Julio, la mayonesa se «corta» no se «quema».
Chavez: -Tenés razón [se ríen]. Yo siento que tenemos una energía un poco parecida. La escucho, la veo y conozco de dónde viene su temperamento. Los dos somos muy vulnerables y no tenemos mucha caripela. Lo que entendemos lo entendemos y lo que no entendemos nos cuesta mucho actuarlo. Alejandra es muy trabajadora y no somos de generaciones taaan diferentes. De todas formas no hago ni diferenciaciones ni discriminaciones en relación al palo del que viene el otro. En este elenco está María Rosa Fugazzot, que tiene un oficio basado en la observación y repetición de sus compañeros; y es un oficio muy hermoso. La observás y te sorprende cómo cierra una frase con tanto oficio. Reconozco que yo intento estar siempre lo más abierto posible para que todo esto sea una experiencia enriquecedora.
-Parecen pertenecer a palos distintos de la actuación. En la escena de fines de los 80, mientras Alejandra estaba en pleno proceso explosivo de Gambas al Ajillo en el Parakultural o en diversos antros, vos, Julio, transitabas escenarios oficiales de la mano de Manuel Antín y Augusto Fernandes. ¿Se visitaban? Vos, por ejemplo, ¿eras de ir a esos sótanos que habitaba Alejandra?
Chavez: -¡Por supuesto! ¿Cómo no iba a ir? Nunca hice de lo que hago un espacio selectivo, único. Jamás sentí la necesidad de pertenecer a ese otro espacio al mismo tiempo que no tenía sensación de estar en un lugar equivocado.
Y hace una pausa extensa para seguir el hilo de su propia reflexión: «Me da la impresión de que en nuestro historial no hay nada que no pueda entrar en entendimiento con el otro. A mí me alegra haber sido fiel a ese camino que vos señalabas de los 80, porque conozco las peleas que hay en el teatro en relación a eso; esas cosas nunca me hicieron mella».
Flechner: -¿A qué peleas te referís?
Chavez: -La de los ismos, la de las escuelas. Fue todo un momento de mucha combustión. He admirado enormemente otros caminos, como el que tomó Gambas al Ajillo que la primera vez que las vi me quedé alucinado; pero admiraba eso como un hecho teatral del cual no sentía tanta diferenciación. Era un lenguaje más, pero nunca advertí que fuera de otro palo.
Flechner: -Es cierto que habitamos otros espacios, pero también había interconexiones. En esa época tengo la sensación de que no éramos tantos como ahora; nos conocíamos más. Nos visitábamos como visitábamos otras disciplinas artísticas. Eso pasaba en el Parakultural, en donde hacíamos cosas muy distintas y éramos todos muy distintos. Entre nosotros (Urdapilleta, Batato, Tortonese o los chicos de El clú del claun) siempre generábamos alianzas.
No recuerdo una cuestión de pelea estética o intelectual respecto a las otredades. Ahora siento que convive más todo.
-En esa línea se podría pensar que esta misma puesta da cuenta de esa convivencia. En términos generacionales, por ejemplo, está María Rosa Fugazzot junto a Matías Recalt, que hace del hijo. ¿Qué edad tiene él?
Flechner: -Tiene 18. La verdad que venir a ensayar con un chico que tiene dos años más que mi hijo me impresiona…
-Una pregunta troncal de Después de nosotros es quién va a cuidar de él cuando esa pareja ya no esté.
Chavez: -Exacto. Y vale aclarar que esa pregunta toma cuerpo en un matrimonio que no está en una situación económica con problemas. Aún así el conflicto existe y existe porque existe el futuro. Por eso mismo la pregunta de qué pasará cuando ellos no puedan cuidarlo y protegerlo. Ese cuestionamiento tiene dos desarrollos paralelos: la de ellos dos en relación a ese hijo con esas características y la misma naturaleza de Juan y de Andrea, quien rehizo su vida con una mujer. Juan siente que el mundo no es un lugar para confiar, y ella, aunque pasó por algunas experiencias negativas, no tiene ese mismo pensamiento. Más allá de eso es una obra sostenida por el amor, no hay problemas de desamor. Y en el punto de unión entre ellos es donde la obra hace eje.
Flechner: -Yo diría que es una reflexión sobre la paternidad/maternidad, sobre la preocupación en relación a un hijo que, en este caso, ellos saben que no va a tener la autonomía suficiente para arreglárselas solo. Juan y Andrea son dos caras de una misma moneda.
Desde el viernes, Julio Chavez y Alejandra Flechner, dos caras de una misma moneda en lo que hace al fino trabajo actoral, desplegarán ante los ojos de otros las preguntas de Después de nosotros. Si después esta historia produce empatías eso es cosa del teatro.
Por: Alejandro Cruz
8 de enero de 2020
La Nación