Julio Chávez y Karina K son los pilares de este Sweeney Todd que le hace honor a la complejidad de Stephen Sondheim.
MIÉRCOLES 06 DE OCTUBRE DE 2010
Sweeney Todd, el cruel barbero de la calle Fleet . Música y canciones: Stephen Sondheim. Libro: Hugh Wheeler. Elenco: Julio Chávez, Karina K, Fernando Dente, Belén Pascualini, Carolina Gómez, Adrián Scaramella, Martín O´Connor, Marcelo Gómez, Walter Canella, Roberto Pelloni, Rubén Roberts, Eliseo Barrionuevo, Sergio Miranda, Lelia Couselo, Stella Maris Faggiano, Gustavo Guzmán, María Hernández, Diego Jaraz, Rossana Laudani, Estela Leiva, Andrea Lovera, María Pastore Camino y Martín Repetto. Escenografía: Jorge Ferrari. Vestuario: Renata Schussheim. Iluminación: Eli Sirlin. Sonido: Gastón
Brisky. Producción artística: Lino Patalano. Dirección y supervisión musical: Alberto Favero. Dirección general: Ricky Pashkus. En el Maipo. Duración: 130 minutos. Nuestra opinión: muy buena
Hay algo que Sweeney Todd, el cruel barbero de la calle Fleet no es: una obra fácil. Por un lado, porque aquella mítica puesta de Harold Prince con actuación protagónica de Angela Lansbury ( La reportera del crimen ) ha quedado en el imaginario de quienes tuvieron la oportunidad de verla. Y si no, gran parte del público probablemente conozca la película de Tim Burton, donde Johnny Depp hacía de las suyas. No obstante, más allá de estas comparaciones, la principal dificultad a la hora de montar cualquier versión
de Sweeney Todd la plantea la propia partitura musical de Sondheim, cuyos intervalos y armonías inesperados no facilitan en nada la tarea de los intérpretes, tanto vocales como instrumentales. Es más: jugando con la metáfora, podríamos afirmar que Sondheim extiende a sus artistas la perversidad de Todd con sus clientes.
La historia de este particular barbero proviene de una intrascendente obra teatral inglesa que ha llegado al cine en dos oportunidades pero que se volvió verdaderamente célebre luego de su estreno en la cartelera de Broadway. Allí se ve el regreso a Londres de un vengativo barbero que vuelve para recuperar a su familia, robada por la impunidad y la corrupción de un malvado juez.
Indudablemente, Sweeney Todd no es el musical indicado para aquel espectador que disfrute de los espectáculos que le permitan dejar la sala tarareando una pegadiza y taquillera canción romántica. Su oscuridad, sus dificultades técnicas y su estética hacen que este musical requiera un espectador dispuesto a jugar con los personajes, la temática y la estructura.
Entre las dudas que planteó su estreno, una de las mayores fue precisamente la participación de Julio Chávez en el rol protagónico, básicamente porque era el debut en el género para este actor tan reconocido en el teatro dramático y en el cine, pero sin ningún antecedente musical. Sweeney Todd es uno de los personajes más complejos dentro del género, puesto que tiene que reunir una serie de requisitos terriblemente difíciles de encontrar en una única persona: es un asesino que debe despertar simpatía (puesto que su crueldad es el resultado de una injusticia atroz y recurrente), al mismo tiempo que su
belleza seduce a la platea. A su vez, vocalmente es de un nivel de exigencia superlativo. Y el resultado francamente es sorprendente. Si bien en la primera parte se ve a Chávez demasiado atento a la dimensión vocal, muy poco cómodo con lo que tiene que hacer y poco suelto en la escena, luego del intervalo – cuando disminuye la exigencia vocal de su personaje- se relaja y da lo mejor de sí. Por lo tanto, es de esperar que con el correr de las funciones y la confianza que el público le viene dando con fervientes aplausos Chávez se relaje y entienda que más que de cantar bien aquí se trata de jugar con uno de los personajes más hermosamente crueles del musical.
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