El vínculo madre-hijo según Julio Chávez

Un hombre mira por la ventana cómo la madre baja del remise para visitarlo. No vemos que salga a su encuentro. No vemos que se besen, ni siquiera se toquen al pasar. Él ha dispuesto una videocámara, ella accedió a contar sus cosas en una suerte de entrevistas familiares. Pero apenas parecen formar una familia. Es mucho lo que cada uno ignora del otro. De a poco las sucesivas conversaciones irán aflojando las reticencias. Ella ya tiene la impunidad de los viejos, que a esa altura de sus vidas pueden decir y contar sin miramientos lo que antes se guardaban. Pero con el hijo todavía le cuesta soltarse. El también mantiene distancia, pero en su cara se van percibiendo primero la extrañeza, el asombro, y luego la ternura.

Las suyas son conversaciones y a veces confesiones que quizá no les muevan el mundo. Sin embargo, de algún modo los van penetrando. Un modo suave, tranquilo, de esos que después hacen pensar. Intérpretes, Marilú Marini, encantadora como siempre, y Julio Chávez, por primera vez también guionista y director. En ambas tareas ha sido prudente, tuvo buena ayuda y el buen tino de hacer una obra sustanciosa, bien cuidada, donde el plano y la luz se corresponden con el nivel emocional de cada momento (condiciones que ayudan a diferenciar el cine del teatro filmado).

16 Septiembre 2022
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