Críticas a Ultimo Premio

 

 

 

 


“Drama de dos en soledad”- Diario Clarín – 10/9/81- Luis Mazas

“Como una fina trama que vela pero no esconde el dolor, sino que se proyecta en una única, despiadada ironía, transcurren las escenas de “Último premio”. (…) El mundo que refleja es el de la soledad de dos hombres, pero también la radiografía cuestionadora de una sociedad que no reconoce, o bien lo hace tradíamente, las necesidades de quienes la integran. La pieza de Rovner construye un andamiaje a través del cual los personajes aparecen como solitarios en busca de alimento y, pase lo que pase, quedan hambrientos. Cierto determinismo de la frustración recorre la anécdota, puesto que, en ambos casos, el amor aparece como una imposibilidad.”

Radio Municipal – Semanario Teatral del Aire- Emilio Stevanovich
“Quien haya visto “Una pareja” de Eduardo Rovner, no se sentirá defraudado con su “Último premio” que se ofrece en el Payró. Un maduro profesor que acaba de ser galardonado y un joven, entrelazan sus vidas en un casi sórdido cuarto. Lo que inicialmente presagia una vuelta de tuerca hacia el lacerante gigantismo y/o deformación moral de un Pinter, resulta ser en cambio una oda a la soledad. Deviene al mismo tiempo, causa válida, para explicar la incomunicación.
(…) El local puede ser San Telmo, La Boca, París o Londres, como cabe a toda buena obra nacional, que debe ser, salvo en lo pintoresco, ageográfica, para convalidar su seriedad y chances internacionales. Tal el caso de “Último Premio” en que Rovner, luciendo un infrecuente oído para el desdoblamiento del habla académica cuando transita ríspidos senderos personales, un no menor conocimiento de la psiquis y, elemento que maneja con dexteridad de lego, prodiga su fecunda imaginativa para una situación humanamente alambicada cuan comprensible.
(…) usted debe ver “Último Premio” para preguntarse por qué caráspita los buenos autores y los artistas auténticos no son más solicitados. Tal vez, por adolecer de una noble enfermedad que se llama, aún en una época inflacionada como la presente, amor propio.”

“Una hora de buen teatro” – El Cronista Comercial- 29/9/81 – Eduardo Caffera
“(…) Rovner consigue (…) elaborar una historia que puede ser considerada en el teatro contemporáneo como un clisé funcional, pero con tal habilidad para concebir diálogos y definir personajes, que la obra se transforma inmediatamente en un foco de atracción, interés y calidad inusuales.
(…) No es mucho lo que pasa en escena, y sin embargo el autor maneja ese escaso material con una solvencia teatral de indiscutible valor, logrando, a pesar de la síntesis que muestra, exponer un conflicto y describir con lujo de detalles las ricas características de sus personajes.”

Buenos Aires Herald – 2/10/81 – Teresita Toledo
Ultimo Premio: una potente, muy buena obra en un acto del autor argentino Eduardo Rovner (…) El texto es sustancioso y su esencia patética, con algunas líneas de humor. “

“Un Ultimo premio que debe verse” – Convicción – 8/9/81 – Yirair Mossian
“(…)Más allá de las significaciones simbólicas que pueda tener esta extraña relación (enfrentamiento entre un espíritu libre y otro condicionado); las falacias de algunas coartadas de emergencia; las engañosas luchas que se plantea el hombre con su medio, importa el peso de la relación en sí misma. Es decir, las complejidades del amor y de los procesos de atracción, distanciamiento y rechazo que se desarrollan en la convivencia. Rovner asoma como un sagaz conocedor de todos los símbolos –grandes y pequeños- de la vida doméstica. Al menos de la subyugante y extraña domesticidad que rodea a sus personajes. El humor ácido está siempre latente, y eso hace que su escritura permanezca muy alejada del sentimentalismo y de la autocomplacencia. Resumiendo Último premio, es una amarga y lúcida reflexión sobre ciertos vínculos humanos; casi, incluso, sobre los vínculos humanos en general.”

“Una agonía contemporánea”- Beatriz Iacovello – 10/10/81
(…) De estructura descarnada, descubriendo sólo los impulsos, Rovner enhebra el drama de dos generaciones, que se refugian en un ambiente estrecho, en la realidad de una habitación. Allí están protegidos del afuera o por lo menos es un lugar seguro con respecto a los demás. Pero la amenaza proviene del exterior (“el premio”) del intruso que desquicia el mundo simple y aparentemente cómodo limitado por esas cuatro paredes. Entra con encubierta violencia a desatar los más primarios instintos y los temores subconcientes.
(…) Las situaciones fueron bien planteadas sobre una acción virtual que nos lleva a una doble lectura de la obra. En los diálogos encontramos un constante cambio de acento y una evasión deliberada en la comunicación. Es como un despropósito en cuanto a lo que se habla con el otro, como un continuo hablar de otras cosas, antes que de lo que constituye la raíz del conflicto.
Es una obra que invita a la reflexión sobre cómo establecemos contacto con los otros, y, las dependencias que nos creamos y, sobre todo, cómo recibimos algo acariciado, anhelado durante mucho tiempo, como si fuera un “premio” y no podemos disfrutar de él por nuestra incapacidad de relacionarnos.” (…)

“Brillante realización de una obra”- Diario La Nación- 19/9/81 s/f
(…) La pieza de Rovner no presenta fallas en su estructura y la admirable progresión dramática que posee es el producto de una elaboración minuciosa, en la que cada palabra se corresponde con una acción y cada acción alimenta el lenguaje oral en una suerte de intercambio rico y armonioso.
Porque, además de sus indudables méritos escénicos, es ésta una obra para escuchar, ya que en sus diálogos fluidos se corrobora la importancia de la palabra en el teatro.” (…)

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